2 Queridos hermanos, ahora somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que habremos de ser. Sabemos, sin embargo, que cuando Cristo venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. 3 Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como él es puro. 1 Juan 3:2-3
Hace poco vi un cartel que anunciaba que un terreno iba a ser subdividido en dieciocho nuevos lotes para viviendas. La propuesta para el terreno en bruto parecía absurda, y estoy seguro de que todos los que vieron el cartel concluyeron que el plan de construcción era una locura.
No estaba mirando la escena con los ojos del arquitecto. Lo que hacía que el terreno fuera valioso para él no era su condición actual, sino lo que se podía hacer con él. Entendía que las zanjas se podían rellenar, las colinas nivelar y el suelo desnudo se podía plantar de nuevo.
De manera similar, Dios nunca está limitado por nuestra condición actual. El Arquitecto Maestro tiene un hermoso plan para lo que quiere hacer en nosotros y a través de nosotros, para que finalmente seamos como él lo diseña.
En consecuencia, Dios no nos valora en base a nuestro pasado o nuestro presente, sino en base a lo que seremos por obra de su mano amorosa. Así que, recuerda, tu valor no está determinado por lo que es o lo que ha sido, sino por lo que será por la gracia de Dios.
Oración: Señor, gracias por animarme con el plan del Arquitecto Maestro. Tú ves mi valor en base a lo que harás, no a lo que yo he hecho. Que esa esperanza me motive a dejar atrás el pasado y vivir para tu mañana.
0 comentarios